Apuntes en una estantería en los que se lee la palabra "Aprender"

Proyecto educativo

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Aquí recogemos las principales señas de identidad de un centro público como el nuestro, así como las principales referencias que configuran nuestro modelo formativo.

Identidad, misión y principios educativos

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Identidad

Como centro público nuestro carácter es aconfesional, plural ideológicamente y que, sin perjuicio del derecho a la libre expresión, renuncia al adoctrinamiento en ideología alguna.

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Misión

La misión viene determinada por el encargo que tenemos como:

  • Centro educativo.
  • Centro de formación profesional.
  • Recurso público.

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Centro educativo

Un objetivo central de nuestra tarea es lograr que, en el marco de una enseñanza pública no obligatoria y de carácter superior, el conjunto de las acciones realizadas consoliden el proceso evolutivo y de maduración del alumnado, avanzando en una educación integral de la persona, de forma que le permita su desarrollo e inserción en la sociedad.

Dado el carácter de las titulaciones que se desarrollan en nuestro centro, este componente educativo no sólo es algo consustancial a la condición de centro educativo, sino que, además, se incardina plenamente con el objetivo de capacitación profesional que también asumimos como centro. Se plantea como un elemento previo a lo específico de cada titulación el que sean personas maduras, adultas y con un adecuado ajuste social para que, a partir de ello, puedan desempeñar adecuadamente sus funciones.

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Centro de formación profesional

Nuestro centro oferta diferentes titulaciones, pero en todas ellas el objetivo es formar profesionales de la acción socioeducativa. Su trabajo se desarrollará en diferentes ámbitos y con características propias, pero siempre será en contacto directo con las personas.

Asumimos el carácter terminal de los estudios, y, por tanto, el logro de la inserción laboral de nuestro alumnado. No obstante, estos estudios permiten el acceso a otros niveles de formación universitaria.

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Recurso público

Entendemos nuestra tarea como un servicio destinado a nuestro alumnado pero también a su entorno, fundamentalmente a la propia realidad del sector profesional al que se orientan y, en consecuencia, a las personas destinatarias de su labor.

El enfoque que damos a estas formaciones responde al ajuste realizado de acuerdo a la realidad profesional de Navarra. En este sentido, aspiramos a ser un factor que incida en la dignificación profesional de este sector, tanto por la incorporación de personas con una formación adecuada, como con la colaboración en el reciclaje de las personas que actualmente desarrollan esas funciones.

Creemos que el trabajo socioeducativo con personas es un ámbito socialmente relevante, que requiere una adecuada formación para desarrollarlo correctamente y, en definitiva, que implica una serie de tareas complejas – entre las que se incluye el respeto a la dignidad de las personas como referente principal –. Esta idea debe ayudar a que tanto las instituciones, como quienes intervienen, den el valor real que esto tiene para mejorar su atención. Y, en definitiva, el logro de una sociedad mejor.

Los recursos materiales de nuestro centro (instalaciones, biblioteca y centro documental, equipos, etc…), como los recursos personales (tareas de asesoramiento, tribunales, investigación…), se ponen a disposición de aquellas iniciativas que redunden en una acción social y/o profesional congruente con los objetivos señalados.

Del mismo modo, desarrollamos cuantas acciones consideramos pertinentes para una mejor formación de nuestro alumnado, así como de su entorno social y/o profesional: jornadas, congresos, análisis e investigaciones, etc…

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Principios educativos

Las tres formaciones que se imparten en nuestro centro tienen en común el trabajo realizado en contacto directo con personas, con su entorno, y generalmente, en un marco de trabajo en equipo.

Para trabajar en esos contextos de interrelaciones humanas, la formación no puede ser exclusivamente teórica o técnica, ya que hay muchos aspectos personales que también se ponen en juego: nuestros valores, la disponibilidad para el trabajo en equipo, nuestra capacidad de tolerar la frustración, nuestros miedos, deseos… que es importante haberlos analizado e interiorizado.

En definitiva, se trata de disponer de una adecuada competencia comunicativa, que permita disponer de un nivel suficiente de “contacto” con su propio bagaje personal. De este modo se sabrá diferenciar de la persona con la que se trabaja. Cuando así lo requiera el carácter de la intervención, podrá establecer una relación cualificada, y ser un referente adulto válido para esa persona.

Por ello, en la formación se incorporan estos elementos que debe elaborar el alumnado aspirante a estas profesiones. Así, existen espacios formativos en grupos grandes y pequeños, orientados a este tipo de reflexión: tutorías individualizadas, supervisión, talleres de comunicación, etc…

El conjunto de la formación tiene un carácter teórico – práctico, en el que la referencia fundamental es prepararse para la realidad profesional. Las prácticas tiene un gran valor. Ya en el primer curso se realiza una primera aproximación al mundo profesional. En el segundo se realiza el módulo de Formación en Centros de Trabajo, que supone una inserción, a media jornada, en una institución del sector.

Este conjunto de actividades en la formación están encaminadas a facilitar la inserción en la realidad profesional existente, así como a saber desempeñar adecuadamente las funciones encomendadas.

Para el logro de ese objetivo, queremos reseñar algunos elementos que configuran nuestro modelo formativo. Junto a lo que viene marcado tanto por la legislación estatal, como por la ordenación foral de la formación, son el marco general desde el que desarrollamos nuestro proyecto educativo:

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Principios generales

  • Carácter profesional y terminal de la formación.
  • La formación la entendemos en tres niveles:
    • Cognitivo – teórico (saber)
    • Práctico (saber hacer)
    • Profesional (saber ser – una identidad y capacidad profesional clara)

Sólo un progreso armónico en esos tres niveles conduce al objetivo final de la formación, y supone a la vez un compromiso por parte de cada persona alumna: “él o ella, en toda su globalidad, es objeto de la formación”.

  • Consideramos que cada alumno o alumna es una persona adulta que realmente quiere llegar a cursar estos estudios y ser profesional. Cada persona es la principal responsable de su proceso de formación. La Escuela, más que vigilar y controlar ese proceso, es un medio para el crecimiento personal y profesional del alumnado.

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Elementos metodológicos

  • Tratar al alumno o a la alumna como a una persona adulta y responsable de su proceso de formación.
  • La realización de prácticas desde el inicio de la formación. Éstas son un elemento referencial permanente de la formación.
  • Planteamiento “paradigmático” de la vida en la Escuela. Los diversos fenómenos que concurren entre el alumnado, con el profesorado, con la institución, etc. se formulan y abordan “como similares” o tomados como modelo de lo que realmente sucede en el desempeño profesional de la tarea educativa. En ese sentido, estos fenómenos son “objeto de la formación”.
  • Consideración transversal de este principio y de aplicación en todos los espacios formativos, junto a la existencia de espacios formativos específicos que puedan permitir avanzar en todo ello. (incorporación de la supervisión como instrumento formativo).
  • Construcción del grupo – clase como instrumento de formación. Esto implica una asistencia a clase regular que les permita conocerse e interactuar.
  • En los exámenes, trabajos, actividades, ejercicios, que se realizan intentamos limitar el recurso de los aspectos memorísticos y, en cambio, potenciamos los elementos de elaboración y reflexión. Igualmente, más que ser un elemento de control o evaluación para el profesorado, se entienden como un medio de progreso en la formación, y un instrumento para que el alumnado evalué su propia marcha.